Las calderas de vapor son sistemas de alta presión que funcionan en condiciones extremas, día y noche. Para que funcionen sin problemas, el agua que las alimenta debe mantenerse en un equilibrio químico óptimo para evitar daños en el equipo de la caldera. Los minerales que permanecen en el agua de alimentación de calderas vaporizada pueden corroer las tuberías del sistema de calderas.
Al igual que en el tratamiento del agua potable, aquí también se utilizan productos químicos para regular la dureza del agua y el valor pH. Entre ellos se encuentran soluciones de amoniaco, sosa cáustica y aglutinantes de oxígeno, como la hidrazina y otros métodos de protección contra la corrosión. Para alimentar los distintos productos químicos líquidos se utilizan bombas dosificadoras controladas por productos de la técnica de medición y regulación.